La química de la lujuria en el BDSM

La primera y principal divulgadora de la importancia de la segregación de la dopamina en las relaciones sexuadas es la antropóloga y bióloga Dra. Helen E. Fisher, sobre lo que en 2004 escribió en su imprescindible «Por qué amamos», actualmente descatalogado en castellano. Su lectura es reveladora de la relevancia de dicho neurotransmisor en las prácticas bedeesemeras.

EXISTEN dos tipos de emparejamientos, hasta con estrategias adaptativas distintas, como por otra parte estudia detalladamente el psicólogo Dr. David M. Buss: a corto y a largo plazo. A corto son las relaciones esporádicas, puntuales, fundamentalmente orientadas a lo que se conoce como satisfacción de la libido; a largo tienen la finalidad de construir una relación estable que rentabilice sinergias entre los partícipes en orden a compartir medios orientados objetivos comunes. Generalmente, sabemos, toda relación sexuada a largo plazo comienza con encuentros eróticos a corto plazo sin más ambición que el placer físico de esos momentos.

Las relaciones bedeesemeras no dejan de ser relaciones sexuadas. El BDSM son prácticas, susceptibles del corto plazo, pero también es la relación estable en que aquellas suelen desembocar, cuando se dan determinadas circunstancias entre las que es esencial la intervención de neurotransmisores como principalmente la dopamina y además la norepinefrina o noradrenalina. Un primer encuentro con prácticas de BDSM es especialmente facilitador de la elevación de sus niveles, y su presencia a tal volumen es hasta adictiva para mantener la relación hasta su formalización. Helen Fisher no analiza las relaciones sexuales alternativas en concreto, pero desde luego que su análisis general tiene particular reflejo en las mismas.

PODEMOS desear a alguien sin aún o nunca amarle. Según Fisher, el deseo –que identifica con la libido o la lujuria– lo es de unión física con otro, de goce del placer erótico, independientemente de la existencia del amor, que sólo sucederá cuando se dé una focalización especial en alguien en concreto. Y no aparece tan espontáneamente como pudiera parecer: el deseo sexual tiene relación con la segregación de testosterona, directamente proporcional con sus niveles. Frente a la creencia general hay que señalar que dicha hormona sexual no se encuentra sólo en los hombres, sino también a distinto volumen en las mujeres, elevándose su presencia entorno a su ovulación con el efecto que en dichas fechas refleja en su libido al incrementarlo. De hecho, la mayoría de las mujeres no experimentan reducción de su deseo sexual cuando con la mediana edad se van reduciendo los estrógenos, precisamente por dejar al descubierto su testosterona.

Y la liberación de la testosterona, en cualquier caso, es estimulada por la dopamina y la norepinefrina… y viceversa, neurotransmisores éstos cuya producción se encuentra de modo natural en los cerebros tanto de aves como de mamíferos.

En las personas que nos identificamos con la subcultura del BDSM es habitual encontrar especiales estados de agitación mental, como demuestra la continua imaginación de escenificaciones y evocaciones de prácticas. Como dice sin complejos el gran Stjepan Šejić en su imprescindible saga «Sunstone», somos «frikis del sexo». Es tomar prácticas eróticas especiales como un hobby más, con abstracción de las conocidas presiones ajenas patologizadoras o moralizantes. Si ya hay quienes experimentan elevados niveles de testosterona, sumar estados de excitación mental contribuye al incremento de los de, nuevamente, la dopamina, considerando Fisher que quien lo padece se vulneraliza frente a la pasión. Alguien en ese estado es más susceptible de lanzarse a la experimentación en la pareja que busque y encuentre, lo cual es habitual en quienes sienten que les falta algo en la faceta íntima o erótica de su vida. Estas sensaciones que no dejan de vivir quienes implementan prácticas del BDSM demuestra el poderoso influjo de la dopamina en el desarrollo de su identidad.

MÁS estimulación de la dopamina. Si su producción se estimula por la experimentación, ello se ve multiplicado, suma Fisher, ante lo novedoso. La excitación de quien se lanza a ser iniciado por otro en el BDSM es arrolladora e ilusionante, y de ahí por ejemplo el atractivo de las personas que trabajan su misterio ante la sensación de suerte por haberlo encontrado, opuesto a la menor atracción que, de primeras, nos suscita alguien conocido (es hasta biológica la aversión hacia el incesto).

Este atractivo de la variedad lo es también hacia las relaciones no convencionales. No en vano, las experiencias emocionantes –las del BDSM sin duda que lo son– pueden reforzar los sentimientos de atracción. Así, los psicólogos Donald Dutton y Art Aron lo probaron con su “experimento del puente peligroso”: en síntesis, hasta se puede generar una atracción espontánea con situaciones de peligro, que activan la producción de adrenalina, y, nuevamente, también la de dopamina.

Ciertamente existe una tendencia al “emparejamiento por concordancia positiva” o “por adecuación” entre personas que confluyen en sus circunstancias sociales, intelectuales… pero también se requiere diferencias entre ellos; una afinidad por compatibilidad pero sin identidad –la base biológica es la unión de sistemas inmunitarios distintos pero compatibles, que ampliaría la inmunidad de la descendencia–. Y esto es absolutamente presente en las relaciones no convencionales que escenifican eróticamente la desigualdad y la jerarquía. Especialmente afines pero distintos para engranar su especial compatibilidad. Un top y un bottom no son lo mismo, pero se necesitan, aunque cada vez necesitarán más que sólo ser top y bottom según vayan avanzando en su relación.

Fisher cita otros autores para contextualizar otras circunstancias que facilitan el encuentro en orden a la satisfacción del deseo en emparejamientos al menos inicialmente a corto plazo, y que encontramos en las relaciones entre top y bottom. Del psicoanalista Dr. Theodore Reik trae que lo que principalmente se busca en el emparejamiento es algo tan simple como satisfacer alguna necesidad importante o disponer en otro de cualidades de que uno mismo no dispone. Del imprescindible Dr. Buss identifica la atracción natural entre hombres mayores, por comunicar estabilidad, y mujeres más jóvenes, que transmiten salud. Del psicólogo Dr. Geoffrey Miller toma su ampliación de la teoría darwiniana de la selección natural por la cual desarrollamos los elaborados talentos, habilidades, capacidades, aptitudes… especializaciones que impresionan, y buscamos los talentos que otros tienen, que no tienen más finalidad principal que facilitar al cortejo.

Cualquiera que conozca la escena bedeesemera es capaz de identificar por sus propia experiencia lo que estás autoridades científicas han concluido en sus estudios. Cualquiera que viva la excitación del inicio de una vinculación con otra persona en el BDSM debe ser autoconsciente de la situación en que se encuentra, para impedir que ello pueda distorsionar otras facetas de su vida.

Un comentario en «La química de la lujuria en el BDSM»

  1. » Cualquiera que viva la excitación del inicio de una vinculación con otra persona en el BDSM debe ser autoconsciente de la situación en que se encuentra, para impedir que ello pueda distorsionar otras facetas de su vida.»

    … y que lo digas … qué importante conocerse a unx mismx antes y parapetar aquello en lo que sabes que flojeas!

    Gracias por el blog

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